No les parece una terrible humillación tener que rogarle a las arcas del gobierno para que nos dejen girar la plata de los impuestos que hemos trabajado con esfuerzo y dedicación? Esta es la realidad que enfrentamos los contadores en Colombia.
El contexto que nos llevó al límite
Imagina esto: estás en plena temporada de vencimientos tributarios, con más de 14 obligaciones fiscales apretando el calendario, y la plataforma de la DIAN, que debería ser nuestro principal aliado en estos momentos críticos, simplemente no responde. ¡Frustrante, no!
Pero no es solo frustración. Es una sensación de injusticia. Porque no se trata solo de cumplir con fechas, se trata de respeto hacia nuestro trabajo, nuestra profesión y nuestra responsabilidad ante los clientes que confían en nosotros. Cada declaración que presentamos es el resultado de largas jornadas, noches sin dormir y sacrificios personales que pocos comprenden.
Ante esta realidad, el gremio contable, agotado de soportar la ineficiencia tecnológica de la DIAN en cada vencimiento, se cansó de ser ignorado. Por eso, el día de ayer, contadores de todo el país se organizaron y convocaron un plantón nacional frente a las oficinas de la DIAN en las principales ciudades del país. ¿El objetivo? Ser escuchados, exigir respeto y, sí, posiblemente lograr un cambio en las fechas de vencimiento que no reflejan la realidad de nuestro trabajo diario.
No solo números, somos voces que cuentan
Esto no es solo un reclamo. Es un recordatorio de que los contadores somos más que números en hojas de cálculo. Somos los defensores de la transparencia financiera, los arquitectos de la claridad fiscal, y los que, en silencio, hacemos que las empresas se mantengan a flote. No somos simples espectadores en este proceso. Somos actores clave que sostienen la economía, impulsan el crecimiento y garantizan que las reglas del juego financiero se respeten.
A lo largo de los años, hemos aprendido a lidiar con cambios normativos, reformas fiscales y la presión constante de cumplir con plazos ajustados. Pero lo que no deberíamos aceptar es la falta de consideración hacia nuestro trabajo. No deberíamos tener que rogar para poder cumplir con nuestras obligaciones cuando las herramientas que se nos dan no funcionan correctamente.
¿Y ahora qué?
Es momento de hacer más ruido, de seguir levantando la voz y recordarles a todos que sin nosotros, el sistema tributario simplemente no funciona. Que merecemos respeto, apoyo y, sobre todo, una plataforma que no nos haga perder tiempo y salud mental en cada vencimiento. Que se escuche fuerte y claro que no somos solo un número más en las estadísticas del Estado. Somos personas, profesionales, padres y madres que también merecen dignidad y respeto.
¿Qué piensan ustedes? Déjame tu opinión en los comentarios y comparte esta realidad con tus colegas. Juntos somos más fuertes.